Carta de nuestra Directora y nuestro Presidente

El ser humano necesita aprovechar a otros seres vivos para sobrevivir. Asegurar la constante regeneración de las demás especies es la base de nuestro futuro. A través de milenios, la persistente observación de los organismos con quienes compartimos el planeta y la experimentación con ellos derivó en numerosas prácticas culturales que permiten mantener los recursos para las siguientes generaciones. Esto explica que los cenotes de la Península de Yucatán sean ricos en especies útiles para el ser humano o que los lacandones continúen hoy cultivando con esmero más de cincuenta especies en sus selvas. Por lo tanto, ciertas especies, como el maíz, dependen del ser humano para subsistir. A su vez, el ser humano sabe que, si combina el maíz con la calabaza y el frijol, la sinergia resulta en mejor producción y nutrición. La conexión con otras especies nace del entendimiento que se alcanza de ellas. Este vínculo está hoy en peligro.

En 2021, se evidenció el imperativo de restablecer la unión con la naturaleza. Mientras el mundo tomaba distintas medidas como respuesta al difícil escenario de la nueva realidad pandémica, fue emergiendo un reconocimiento a lo que somos, natura al fin. Sin embargo, conocemos poco a los otros seres vivos, ya que la mayoría vivimos en ciudades y consumimos comestibles empaquetados. La distancia que nos separa de los lugares donde están los seres que nos alimentan es cada vez mayor. Como tentáculos que se extienden cada día, las cadenas de suministro persiguen el recurso. Si se agota, la extracción migra a otro sitio. Estamos terminando con la base de la vida. Necesitamos restablecer esa conexión.

La ecología muestra, confirmando muchos de los antiguos saberes, que la naturaleza se caracteriza por los vínculos entre seres de la misma especie y de diferentes especies. Cada quien ocupa un nicho y cumple tareas complementarias. Por ejemplo, en los bosques, los árboles interactúan a través de hongos; y en México, hay árboles que alimentan hormigas, que a su vez los defienden de interesados herbívoros. Los seres humanos somos una especie social. Vincular diferentes disciplinas, sectores y saberes nos complementa. Cuando la unión ocurre, es capaz de lograr magia: la vida.

FMCN es resultado de la unión de muchos seres. Por eso, agradecemos a las y los 275 especialistas que diario guían nuestras decisiones desde la Asamblea, el Consejo Directivo y los numerosos comités dentro y fuera de México. A estos se unen 143 donantes, 318 organizaciones y más de ochenta y ocho mil personas en campo, que en 27 años han trabajado para restablecer la conexión con la naturaleza en un país que solo ocupa 1.5% de la superficie terrestre, pero alberga más de 12% de su biodiversidad y es centro de más de 118 cultivos.

En la última vuelta al sol, nuestros socios nos permitieron seguir adelante con 18 proyectos y sumar cinco nuevos, que buscan renovar el vínculo con el mar y la tierra. Entre las nuevas iniciativas destaca el apoyo a tres áreas marinas a largo plazo. Otro de los recientes logros ocurrió en el norte de México, donde cristalizaron los esfuerzos de un equipo trasnacional, que construye sobre la labor de una admirable mujer que por 40 años ha restaurado pastizales y bosques alrededor de ríos por los cuales hoy corre más agua. Un tercer hito de 2021 fue el inicio de un gran proyecto, que posibilitará restaurar dos ríos y esbozar una estrategia nacional para que juntos, gobierno y sociedad, impulsemos que, por las venas de los bosques de México, siga fluyendo el líquido que permite la vida. Un cuarto proyecto, que también vio la luz en 2021, une esfuerzos de varios años del sector público, la academia y la sociedad para impulsar la ganadería regenerativa y los sistemas agroforestales, en atención a la sustentabilidad de las actividades agropecuarias, que ocupan más de la mitad del territorio de nuestro país. Finalmente, el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil en la Península de Yucatán acelerará las capacidades que son indispensables para rescatar a esta región tan afectada por el cambio climático.

Gracias a nuestros socios en el campo y en las ciudades, 2021 nos ofreció el regalo de seguir con nuestro cometido de restaurar lo herido, conservar nuestro inmenso acervo y usar de manera racional la riqueza de las diferentes expresiones de la naturaleza. Necesitamos redoblar esfuerzos, vincular sectores, trabajar desde diferentes nichos, pero siempre con eficientes vasos conductores. Si consideramos que 15% de la dieta de los seres humanos a nivel mundial proviene de especies cultivadas en nuestro territorio, ¿no debe ser México modelo en restablecer el vínculo con la naturaleza? La conexión late en nuestras familias, comidas y culturas. Es momento de rescatarla.

 

por Alberto Saavedra Olavarrieta, Presidente del Consejo Directivo y Asociado Fundador

Post scriptum desde la Presidencia

Al concluir este informe, estamos presenciando la tragedia de una guerra en Ucrania, iniciada por un agresor que, rompiendo las reglas del derecho internacional, nos recuerda actitudes y circunstancias pavorosas que creíamos superadas. Ante estas horas de oscuridad, debemos mantener nuestra esperanza de que la reacción de las demás naciones sea la que corresponde a sociedades civilizadas. Los estragos y las consecuencias de una potencial guerra total serían devastadores para el futuro biológico del planeta; ni qué decir de la sobrevivencia del Homo sapiens. Que pronto regrese la paz a nuestro planeta y se restituya el imperio del derecho. Colaboremos a esos fines en el pensamiento y la acción, en la medida de nuestras posibilidades y situación.

Mantengamos la esperanza también de que, por desafiante que sea el entorno, nuestra misión sigue siendo válida y vigente como nunca. Nuestra participación dentro de un sistema en el que actuamos en conjunto con tantos aliados redundará en la protección de la riqueza biológica y en la creación de una mayor conciencia del papel que representamos en el ciclo de la vida en el planeta.

Gracias a esos aliados, empezando por las y los colaboradores de nuestro Fondo, a quienes nos donan su tiempo, su esfuerzo y su consejo y a quienes cada día trabajan en campo en el amor de nuestros valores. Que todas y todos, pues, amemos nuestra Tierra, la protejamos como parte de ella que somos y recordemos que con ella y en ella somos partícipes del don de la vida.